La ecuanimidad se ha definido como la estabilidad en el ánimo y compostura psicológica. En el budismo encontramos la ecuanimidad como una de las cuatro actitudes sublimes y, no se considera como pensamiento o emoción, sino como la constante realización consciente de la fugacidad de la realidad. Terreno para la sabiduría y la libertad, es también el protector de la compasión y el amor. Es decir el caer en la cuenta de la impermanencia de todo lo existente y conectar con la neutralidad de nuestra mente, puede ser un acicate (si profundizamos en ello), para conectar con la compasión hacia todos los seres sintientes y conectar con un sentido de gratitud y expansión de consciencia.
Trabajamos con el mantra: «Que acepte la cosas tal y como sean, que yo no pueda elegir por ti, ni controlar la manera en que son las cosas» repitiéndolo varias veces, por ejemplo en grupos de 5 repeticiones y descansamos. No tenemos el control de lo externo, ni del comportamiento de los demás, tan sólo podemos ejercer cierto control sobre la mente y las emociones a través, en este caso de la meditación. El tratar de ejercer un control excesivo sobre lo externo o los demás, nos lleva a la postre a obsesionarnos y tarde o temprano enfermar mental y/o físicamente.
Te dejo una meditación muy breve grabada para intentarlo y si quieres después seguir meditando sobre la compasión:
“Te abrazo en la ecuanimidad de nuestras mentes”